En el mercado de la
estética es habitual encontrar oferta diferenciada por equipos cosmeátricos o
médicos. En líneas generales, las empresas plantean diferentes estrategias para
poder vender equipos de inferior potencia y prestaciones al público no médico,
cuando la verdadera división está dada por el tipo de tratamiento y los
conocimientos que se requieren para efectuarlo.
Podemos decir básicamente
que los tratamientos invasivos deberían ser realizados exclusivamente por
médicos y el resto los podrían realizar profesionales de la estética. Sin
embargo, los equipos pueden ser utilizados por ambos, y sólo los médicos pueden
combinar el tratamiento con determinado equipo con otras aplicaciones invasivas que potencian y agilizan el
resultado.
Un caso de engaño muy
claro lo podemos ver con la ultracavitación. Existen equipos de ultrasonidos
que se ofrecen como cavitadores cosmeátricos con baja frecuencia y no logran
implotar el adipocito, cuando, en realidad,
la función de ultracavitación es una sola y se requiere equipos de una
frecuencia y potencia determinada (ver CAVIX).
Cada grupo tiene sus pros
y contras: lo importante es analizar que tratamiento queremos ofrecer y saber la
limitaciones del equipo.
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