Como todo tratamiento, la
cavitación debe seguir un protocolo de actuación que asegure la buena práctica. Si se sigue de manera
estricta, el protocolo el tratamiento se realizará de manera segura y eficaz,
como todo paciente desea. El protocolo
comienza con llevando a cabo un examen de la paciente en posición vertical.
Este examen sirve para delimitar las zonas a tratar para definir claramente en
qué partes del cuerpo se aplicará Cavix. El siguiente paso es aplicar un gel
sobre la piel. Después, se administra la cavitación. La densidad de potencia de
emisión continua que se aplica es generalmente de 3W/cm2.
La elección de la frecuencia de emisión del cavitador
depende de la profundidad que se desea para dicha acción: la profundidad de
acción muy superficial va de 1,5 cm - 2,5 cm hasta 3,5 cm - 6 cm. Los
transductores de presión en la piel deben ser de 1,3 kg y se mueven con
movimientos circulares sobre todo el área a tratar. Las áreas de trabajo se
dividen en zonas de aproximadamente 10 cm2, donde se trabajan de 8 a 12
minutos. Los primeros minutos, se utiliza el equipo en la función de “pulsado”
y, los últimos minutos, en la función de “continuo”.
El tratamiento termina con
un drenaje linfático o botas de
presoterapia para ayudar a drenar el agua consumida los días previos al
tratamiento. Para la eliminación de la grasa cavitada, hay que realizar un ejercicio aeróbico en el mismo día de
la cavitación por un tiempo similar al cavitado. Recomendamos bicicleta, cinta,
elíptico o una buena caminata a buen ritmo.
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