Se sabe que el envejecimiento cutáneo se produce por
degradación celular o de la matriz intercelular, disminución de la
vascularización, disfunción de los anejos cutáneos, atrofia grasa, atrofia o
relajación muscular y contracción muscular repetida. En estos fenómenos
intervienen unos factores fundamentales, el paso inexorable del tiempo y la
genética, a través de un conjunto de mecanismos moleculares y celulares propios
del envejecimiento.
También se conocen una serie de factores concurrentes, como
la exposición al sol, las enfermedades (generales o cutáneas), la situación
hormonal, la nutrición, la evolución ponderal, las medicaciones, los hábitos
tóxicos y los cuidados cosméticos.Consecuentemente y según cada individuo, aparecen los signos
más evidentes del envejecimiento, como arrugas, discromías y ptosis,
y otros menos evidentes, como la textura, el tacto, el tono, el color, el
brillo y la luminosidad, que globalmente son determinantes.
Frente al envejecimiento cutáneo, como probablemente frente a cualquier deterioro estético, nos planteamos cuatro grandes grupos de tratamientos: los preventivos, los restitutivos, los curativos y los paliativos.
Frente al envejecimiento cutáneo, como probablemente frente a cualquier deterioro estético, nos planteamos cuatro grandes grupos de tratamientos: los preventivos, los restitutivos, los curativos y los paliativos.
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