miércoles, 3 de abril de 2013

Planificar la fotodepilación de tus clientas



Deshacerse del vello de forma definitiva antes de la boda supone un gran alivio, pero como todo tratamiento, requiere tener en cuenta todos los factores que puedan influir en los resultados. Definir un calendario de sesiones con suficiente antelación es una gran ayuda y mejora los efectos de todo el proceso. La fotodepilación es una tecnología que utiliza la luz para eliminar el vello corporal no deseado de forma permanente y, en algunos casos, incluso de forma definitiva. Para utilizar la energía luminosa en la depilación, se aplican básicamente dos tecnologías: la Luz Pulsada Intensa (IPL o Intense Pulsed Light) y el Láser.

El método de Luz Pulsada Intensa utiliza disparos de luz a intervalos desde una lámpara que emite una luz que se emite muy cerca de la piel (desde entre 1 mm y 5 mm de distancia), es absorbida por la melanina de la misma y, sobre todo, del vello, que suele ser más oscuro. Esta luz absorbida se convierte en calor y se traslada a la base del pelo, llegando hasta los 70ºC en la raíz, destruyéndola progresivamente, y con ello, deteniendo el nacimiento del mismo.
Por otro lado, la técnica del Láser se presenta en diferentes clases según la maquinaria utilizada, que se diferencia esencialmente en la longitud de onda, adaptándose así a las distintas tipologías de vello e influyendo directamente en el resultado final.

La importancia del tipo de piel

De cara a una fotodepilación, es importante analizar la tipología de piel de la receptora, puesto que cada una cuenta con una sensibilidad y una reacción distintas. En la clasificación de los tipos de piel se utiliza la tabla Fitzpatrick, que clasifica los tipos de piel según su sensibilidad a la energía actínica (energía lumínica proveniente de los rayos solares).

Tipo I: Piel muy blanca que siempre se quema y no logra broncearse.
Tipo II: Piel blanca que siempre se quema, pero logra broncearse algunas veces.
Tipo III: Piel de tono medio que se quema en algunas ocasiones, pero siempre logra broncearse.
Tipo IV: Piel de tono medio que nunca se quema y siempre logra broncearse.
Tipo V: Piel moderadamente pigmentada.
Tipo VI: Piel de color muy oscuro.

Hay que tener en cuenta que la gran mayoría de la energía emitida por el aparato de fotodepilación es absorbida por la feomelanina, un tipo concreto de melanina, pero la melanina presente también en la piel, especialmente si ésta es oscura, puede absorber la energía desviándola de su objetivo en el vello.

El color del vello determina la presencia o ausencia de melanina y el tipo de melanina que contiene. Los mejores resultados de fotodepilación se consiguen cuando el vello es oscuro y la piel es clara, ya que cuanto más oscuro es el vello más alta es su concentración de melanina y mejor es la conversión de la energía luminosa en calor. En el caso de vello rubio o pelirrojo la eliminación es más lenta y requiere de múltiples tratamientos a causa de la baja concentración de melanina del vello, mientras que el vello gris o blanco no tiene melanina, y por tanto, no puede ser tratado de forma eficaz.

De todos modos, no se trata de una ciencia exacta y la reacción de cada paciente a un mismo tratamiento es siempre diferente. Aún así, en ningún caso debe plantearse una fotodepilación como un tratamiento corto, ya que la destrucción de la raíz del vello es progresiva y nunca inmediata.

Planificar la fotodepilación

El proceso de la fotodepilación requiere de cierto período de tiempo antes de mostrar resultados evidentes, por lo que una planificación previa del tratamiento es necesaria.

En primer lugar, es aconsejable esperar a iniciar cualquier tratamiento de fotodepilación hasta que el paciente haya alcanzado la madurez, puesto que puede aparecer vello nuevo hasta que se complete el desarrollo hormonal. Asimismo, la frecuencia de las sesiones depende de muchos factores, como la edad, el sexo, la zona del cuerpo a tratar o el equipo utilizado. Cada persona contará con una periodicidad diferente que irá aumentando con el tiempo, con sesiones cada vez más espaciadas; en un principio, tras la primera sesión, se cita al paciente para recibir la siguiente sesión aproximadamente un mes después, y en función de los resultados obtenidos se planifica el calendario de sesiones de forma personalizada.

El proceso de fotodepilación debe respetar el ciclo de crecimiento del pelo para resultar efectivo, por lo que las sesiones deben llevarse a cabo en la fase anágena del vello, la fase de crecimiento que aún mantiene el contacto con el capilar que lo nutre; de esta manera, la luz alcanza la raíz y la destruye, privando de su nutrición al pelo y ocasionando su rápida caída. En una sesión de fotodepilación nos encontramos con vello en distintas fases de crecimiento: en un mismo momento también tendremos folículos que se encuentren en fase catágena y otros en telógena, en los cuales el tratamiento no será activo, de ahí la necesidad de espaciar las sesiones de forma apropiada. Además, según la parte del cuerpo, el vello cuenta con un ciclo distinto, por lo que la frecuencia de sesiones debe adaptarse al mismo, junto con muchos otros factores que complican la determinación de las fases de crecimiento y la frecuencia de las sesiones.

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