En su depto, la artista Gabriela Bertiller se juega por combinaciones originales que disparan ideas.
Por donde se mire, cuadros y colores inusuales dejan intuir la intervención en este depto de una mente creativa. Esta no es otra que la de Gabriela Bertiller, artista con un máster en la School of Visual Arts de Nueva York. Si bien vive a los saltos entre Nueva York y Buenos Aires, fue en este departamento porteño donde encontró la paz. "Estaba destruido cuando lo compré: llevaba 10 años vacío", recuerda.
La chimenea
sostiene un cuadro de Gabriela, de lentejuelas sobre papel de
terciopelo, y algunos objetos del mercado de Pekín - Foto: Javier Csecs.
Producción: Violeta Quesada.
El living
sorprende con un ''''verde Tiffany'''' que realza la elección de
elementos - Foto: Javier Csecs.
Producción: Violeta Quesada.
El blanco Ala de la habitación aprovecha y potencia hasta el último rayo de luz del amplio ventanal de doble paño de vidrio. Colgado sobre la cama, incluso el díptico de obras Pie y lechuza mantiene la paleta de colores. Lo mismo sucede con las mesas de luz con rueditas y la cómoda apoyada contra una pared lateral (todo de Eugenio Aguirre). Sobre ésta, sólo un candelabro con velas traído de Perú se permite continuar la línea de tonos de la manta. "La compré en Once. Me encantó la idea de darle tanto protagonismo a un elemento tan simple y accesible", cuenta la dueña de casa.
El detalle del cuarto es la cama de
cuero tipo suspendida (Santorini) - Foto: Javier Csecs. Producción: Violeta
Quesada.
Antes un rincón bastante oscuro de la casa, por el hecho de dar a un aire y luz sombrío, la cocina renovó su cara con paredes de rojo. "Originalmente, tenía azulejos partidos blancos, pero tuvimos que cambiar los caños de atrás y romperlos", explica Gabriela. Sí permanecieron los pisos, de un mosaico tipo celdilla. Los muebles, de madera clara y con superficies y bordes de metal, combinan en armonía con el espacio. "Aunque los azulejos originales eran divinos, pintar las paredes de rojo le otorgó una calidez especial que la distingue de las clásicas cocinas", se consuela Gabriela, que también utiliza el comedor diario, que está al lado, como espacio de trabajo.
La vajilla a la vista genera funcionalidad, y la luz es clave para resaltar los espacios de guardado ¡siempre ordenados! - Foto: Javier Csecs. Producción: Violeta Quesada.
Fuente: Revista OHLALA!